martes, 15 de junio de 2010

LOS BALAMES


Por: Miguel Angel Contreras

En que los pueblos mayas, vivían unas criaturas extrañas y horrorosas, muy parecidas a los duendes, estos custodiaban los puntos cardinales de los pueblos, evitando el paso de forasteros y cualquier animal peligroso.
Sus apariencia no era nada agradable, tenían cara de ancianos malhumorados, barbas blancas y largas, según contaban entre más largas, más sabios eran; tenían unos rostros espantosos: llenos de arrugas y verrugas, el ceño fruncido hacían que sus ojos se tornaran con miradas furiosas y agresivas.

Casi la siempre se reconocían por usar sombreros grandes y largas túnicas, eso sí, siempre calzaban sandalias.

Las leyendas dicen que estos duendecillos eran grandes fumadores, tanto que el humo que soplaban con fuerza al cielo, se iba al espacio y se concentraba, formando las estrellas.

Encargados de cuidar las milpas de todos los peligros, así como a toda la gente de los pueblos mayas, Los Balames portaban una fuerza impresionante para un duende de su estatura, en las noches siempre estaban despiertos, alertas a cualquier ruido, comunicándose uno al otro por susurros, que sólo ellos podían oír y que el viento hacia el favor de enviar.

Las constantes luchas con los animales feroces se podían notar en el día, donde los árboles rotos, ramas quebradas, el suelo agrietado y las huellas de sus sandalias eran la prueba que estos duendes sí eran reales.

Los Balames sólo cuidaban y protegían a los pueblos mayas con una condición, que cada semana dejaran a un niño en el bosque, para que ellos pudieran devorarlo y seguir protegiendo el pueblo.

Dicen que la sangre de los niños era lo que mantenía vivos a estos duendes. En la actualidad no se ve ninguna huella que sigan existiendo estos protectores de los puntos cardinales, sólo queda su leyenda y las estrellas que nos dejaron.

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